
Mariana Landau
Cuando tenía 9 ó 10 años, en unas vacaciones de invierno, mi mamá y mi papá me invitaron a recorrer los museos de la Ciudad de Buenos Aires. Algunas imágenes de ese paseo, como la del palacio Errázuriz del Museo de Arte Decorativo, quedaron impresas en mi mente para siempre.

Anamy
Solía viajar muchas veces al año a la Ciudad de La Plata y allí cada vez que iba visitaba el Museo de Ciencias Naturales y la Ciudad de los Niños, sitio que disfrutaba mucho participando de sus actividades.

Eliana Tchorbadjian
Pude conocer muchos museos gracias a las visitas que hacíamos con el colegio. Me gustaba mucho el Museo de Ciencias Naturales porque podía ver esqueletos de dinosaurios. De más grande, pude conocer diferentes tipos de museos. El que más me gusta, es el Museo de Bellas Artes del barrio de La Boca.

María Belén González
Mi primera “excursión” -como se solía llamar a las salidas educativas- fue al Museo Histórico del Transporte de Quilmes, mi ciudad. Recuerdo que lo que más me sorprendió era la distancia entre lo que cada uno de nosotros imaginaba de los carruajes y lo que la guía nos contaba, ayudándonos a reconstruir un tiempo y espacio que no era el nuestro.

Mariana Lopresti
Recuerdo mi primera visita al Museo de Bellas Artes. Me llevo mi hermana con su amigo “el artista”. Yo tenía alrededor de 8 años e iba caminando con un cochecito de juguete donde allí dormía Rodolfo, mi oso de peluche. Mi hermana, al verme que no avanzaba debido al pésimo andar que tenían las ruedas de plástico de aquel coche, me hizo dejarlo en una esquina. Caminé varias cuadras con Rodolfo “en brazos”, y a medida que iba avanzando sentía que me hacía grande, que ir al Museo con mi hermana mayor y su amigo “el artista” era cosa de adultos, y yo, tenía que estar a la altura de las circunstancias (más allá que ese gesto de abandono hacia mi apreciado cochecito de juguete me haya costado la niñez). Afortunadamente hoy ya no se piensa a los Museos como cosa de grandes o como meras visitas escolares. Actualmente hay más chicos y chicas que se acercan de una manera más espontánea, acompañados de padres, tíos, hermanos y amigos. Hoy en día estoy convencida de que si a esos ocho años, hubiese tenido mis convicciones actuales, hubiese entrado orgullosa con mi cochecito de juguete en uno de los Museos más importantes y “serios” de la Ciudad….pero claro, la sabiduría nos llega con los años…y la niñez (por suerte) perdura y se perpetúa en el tiempo…

Paula Morello
Mi acercamiento a los museos y al mundo del arte fue de la mano de un guía especial: Eduardo Médici, que además de mi tío y padrino, es artista plástico, uno de los más destacados referentes del arte contemporáneo local (comentario, pese al vínculo, que encierra total objetividad). Entre todas las oportunidades, recuerdo especialmente un fin de semana -cuando tenía 6 años- que pasé con él y mi tía, en el que combinamos paseos al zoológico con recorridas por las salas del Museo de Bellas Artes y el Centro Cultural Recoleta, más una conferencia sobre arte en un reducto solo para entendidos, de la que sólo puedo decir que mostraban diapositivas de distintos cuadros. Pero Eduardo me llevó más lejos en ese camino porque por esa época también me dejaba incursionar en su taller. De esas visitas surgió “Paula y yo”, una obra que hicimos a cuatro manos e incluyó en una de sus exposiciones.

Lucas Esteban Delgado
Recuerdo al Museo de Ciencias Naturales como un inmenso universo para jugar y explorar. No sólo por lo que sucedía dentro, sino porque años después descubriría que su entorno se convertiría en parte de mi vida en la ciudad. Los museos son fuente de infinidad de historias. Esas historias me recuerdan a aquellas que leía de niñom que ampliaban los horizontes de la imaginación y que alimentan mi curiosidad, motor principal del aprendizaje.

Ana María Sánchez
Muchas veces fui a los museos con mis papás. Pero el primer museo que recuerdo muy emocionada fue el Museo de Ciencias Naturales. Fuimos a visitarlo con el colegio. Había muchos micros escolares porque íbamos todos los grados del turno mañana a ese paseo tan maravilloso. Fue una gran fiesta. ¡Me maravillaron los dinosaurios, el esqueleto de la ballena, el aerolito de la entrada! El tamaño de los animales prehistóricos era asombroso. Me sentía en otro mundo.

María Fabiana Lizarralde
En la escuela nos emocionaba mucho cuando la seño nos contaba que íbamos a tener una excursión a Luján. Vivía en Gral. Las Heras y para llegar a Luján necesitábamos un colectivo y más o menos una hora de viaje, toda una aventura. Hasta el día de hoy recuerdo el Museo del Transporte porque en ese momento me sorprendió muchísimo el tamaño de esas carretas y carruajes. Además no podía entender que llevara tanto tiempo ir de un lugar a otro con esos carromatos tirados por caballos o bueyes.